Estar
delante de la estantería del supermercado y escoger un producto concreto muchas
veces no es tarea fácil. Todos confiamos que lo que pone en el etiquetado es totalmente cierto y nos dejamos llevar por frases del tipo “bajo en” “con menos
grasa”, “100% natural”, “sin aditivos ni conservantes”... Por no hablar de la
estética de los envases, que muchas veces nos atraen más que el producto en sí.
Es lo que tiene el marketing.
Antes
de entrar más a fondo, quiero dejar claro que TODO lo relacionado con las
etiquetas de los alimentos viene regulado por ley (Reglamento 1169/2011 sobre
la información alimentaria facilitada al consumidor). Sí, todo lo que aparece
es legal y está regulado, desde los ingredientes hasta los mensajes
publicitarios, las alegaciones nutricionales o incluso el tipo de letra empleada.
Pero no debemos olvidarnos de que, hecha la ley, hecha la trapa, y en eso la
industria alimentaria tiene un doctorado cum laude, siendo capaz de buscar las
debilidades de los consumidores e interpretando la ley dentro de la legalidad
pero a veces con una doble interpretación.