Se trata de una receta pensada para poder llevar de almuerzo a la escuela, pero igualmente sirve para desayunar, merendar o cargar las pilas en cualquier momento del día.
¡S.O.S!
ya está aquí la vuelta al cole y como todos los años las familias empezamos a
estresarnos pensando en mil historias. Este año además siendo más raro y
estresante aún si cabe con todo el tema del coronavirus. Pero lo que está claro
es que la vida sigue. Como no podía ser menos la alimentación de nuestros y
nuestras peques es uno de esos temas que nos traen quebraderos de cabeza ya de
normal, pero se acentúa con el comienzo del curso: comedor escolar, como
completar la alimentación con buenas opciones de cena, los temidos y
estresantes desayunos (podéis leer el post al respecto aquí) y como no, los
almuerzos.
Dejando el tema de comedor escolar aparte, ya que daría para un post específico, los almuerzos se convierten de repente en estos primeros, días en el centro de nuestra vida. Entiendo que si estáis leyendo este post es porque os interesa la alimentación de vuestros hijos e hijas, y tenéis claro que queréis una alimentación saludable y de calidad para ellos y para toda la familia. Bien, pues comencemos por ahí, ¿Por qué este agobio con los almuerzos escolares queriendo de repente que todo lo que les ofrezcamos sea lo más sano posible? La realidad es que así debería de ser todo el año, sea entre semana, fin de semana, vacaciones o periodo lectivo. Durante todo el año deberíamos tener la preocupación de ofrecer para los almuerzos opciones saludables y de calidad (y quien dice almuerzos dice meriendas, ya que las ideas pueden ser las mismas).